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Las Redes de una Mujer…
Las Redes de una Mujer
Hace 11 años, esta empresaria, que partió su carrera como secretaria bilingüe, decidió tomar el timón de su propio negocio. Hoy está entre los tres corredores de harina y aceite de pescado más grandes del país. Se mueve en un mundo de hombres y lo hace como pez en el agua.
A costa de muchos sacrificios personales, Gladys Romero se hizo un lugar en la industria pesquera y es actualmente la única mujer que opera como trader y corredora de harina y aceite de pescado, ubicándose entre los tres más relevantes a nivel nacional.
Habla de tú a tú con los pesos pesados del sector como los Yaconi-Santa Cruz, los Stengel, los Sarquis y los ejecutivos de las principales salmoneras que operan en el mercado nacional. No es tarea fácil ubicarla. Pasajera frecuente de distintas líneas aéreas, pasa la semana volando entre Santiago, Concepción y Puerto Montt. Además, al año hace, por lo menos, ocho viajes fuera del país para visitar clientes.
Con 51 años, la historia de esta secretaria bilingüe, una legítima self made woman, es casi sacada de un libro de emprendimiento, de esos que se agotan en las librerías de gringolandia. Nacida en Puerto Montt en una familia de clase media, que tenía nueve hijos, a los 16 años partió a Estados Unidos en un intercambio estudiantil, aterrizando en Walled Lake, una ciudad cercana a Detroit. No sólo aprendió inglés, sino que se le abrió el mundo. “Fue un impacto cultural inmenso, pero me atreví. Yo venía de una ciudad chica y estar un año sola fue espectacular, ya que éramos muy pocas las chilenas que estábamos allá”, recuerda.
Volvió a Chile con la intención de terminar rápido una carrera y retornar a Estados Unidos, por eso entró a la Universidad Católica a estudiar secretariado bilingüe. Ahí no sólo aprendió taquigrafía y perfeccionó su inglés, sino que tuvo varios ramos comunes con Ingeniería Comercial: cálculo, administración y finanzas. Pero, al poco tiempo, tuvo que archivar su objetivo de emigrar de Chile. Se casó y se trasladó a Concepción con su marido.
Conoció a Walter Stengel, uno de los pioneros del sector pesquero regional, quien la contrató y, de paso, marcó el nuevo rumbo que tomaría su vida.El costo del éxito
Así, a mediados de los ’70, inició su carrera profesional como secretaria de gerencia y asistente de ventas de Pesquera El Golfo, que era una de las grandes, en una industria que recién estaba abriéndose al mundo. Con el despegue y diversificación de la empresa, también Gladys Romero fue ampliando su radio de acción y ganándose la confianza de los Stengel, quienes fueron transfiriéndole más responsabilidades. “Gradualmente fui dejando las labores de secretaria e involucrándome más con el tema comercial. Eso me obligó a salir de Chile, a moverme mucho visitando clientes y pasando mucho tiempo en Estados Unidos”, comenta. A mediados de los ’80 los Stengel vendieron al grupo Yaconi-Santa Cruz El Golfo y Gladys Romero no sólo fue confirmada en su cargo, sino que le ofrecieron asumir como jefa de ventas para las líneas de congelados, harina y aceite de pescado.
Quienes la conocieron en esa época cuentan que sus jornadas en la pesquera se extendían incluso hasta 20 horas diarias. “Era frecuente que le avisaran a las 4 de la tarde que a la noche tenía que irse de viaje. Ella nunca ponía problemas, era súper responsable y trabajólica”, sostienen fuentes del sector.
Con dos hijos pequeños, ese tiempo fue clave para hacerse de contactos y aprender el teje y maneje del tema comercial.
“Fueron años muy demandantes, pero me encantaba lo que hacía, y esto se lo digo a mis hijos también, por eso si volviera a nacer lo haría todo igual”, destaca. Pero aunque dice que no se arrepiente de la fuerte apuesta que hizo por su trabajo, a costa de un menor tiempo para dedicarle a su familia -que le costó incluso su matrimonio-, reconoce que su decisión de independizarse pasó por un tema absolutamente personal.Absorta en el tráfago de su trabajo, cuando sus hijos estaban por terminar el colegio, le comentaron que tenían interés en seguir sus estudios universitarios fuera de Chile. “Ahí sentí el ‘shock maternal’ y decidí renunciar y aprovechar a mis hijos. Creo que cualquier mujer que quiera ser exitosa, tiene que tener conciencia de que ese costo está implícito”, cuenta emocionada la empresaria.
Al día siguiente, le comunicó al gerente general de El Golfo -Alberto Romero- que se iba tras 18 años en la empresa.
“Los Santa Cruz trataron de retenerla, incluso le ofrecieron irse a otras áreas del grupo y con horario más estructurado, pero ella no aceptó”, señala un empresario pesquero. Con el apoyo inicial de El Golfo, que le permitió mantener la cartera de clientes y manejar las ventas de harina de pescado para el mercado nacional y los salmoneros”, en 1994 Gladys Romero debutó como broker (corredora) de harina y aceite.
Su función: hacer de nexo entre comprador y vendedor, supervisando desde la calidad hasta el embarque del producto en los buques.
Mano a mano con los hombresTras 11 años, esta empresaria trabaja con las pesqueras más importantes de la zona centro-sur: Itata, El Golfo, Landes y FoodCorp, entre otras. A ellas les busca compradores en el exterior y también en el mercado nacional, donde tiene en su cartera de demandantes a prácticamente casi todas las salmoneras.
Hoy Gladys Romero es responsable de intermediar embarques valorados en US$ 40 millones al año. La cifra la ubica entre los tres brokers más importantes del país, de un universo de seis, que son los que mueven más volumen. Sólo como ejemplo, de las 90 mil toneladas de aceite de pescado que se colocan en la zona centro-sur, ella maneja el 25% y el 10% de las 250 mil toneladas de harina. Por esa intermediación, su empresa recibe el pago de una comisión.“Sabe muy bien su trabajo, por eso le ha ido bien. Además, se maneja muy bien en el plano social, lo que le ha permitido hacer una amplia base de clientes extranjeros”, apunta un ejecutivo de una salmonera. Si bien en Chile no le fue tan complicado hacerse su espacio en un negocio netamente de “machos”, porque era conocida en el ambiente por haber estado en los albores de la industria, afuera no fue tan fácil.
El hueso más duro de roer fueron los asiáticos. Aunque compradores chinos la conocían por su trabajo en El Golfo, a los japoneses le costó llegar porque por una cuestión cultural no creían que una mujer tuviera “espaldas” para estar sola en el rubro de la intermediación.
Pero como en todo negocio la cuota de suerte es importante, recuerda que las puertas se le abrieron cuando visitaba Chile una delegación de compradores de origen nipón. “Yo estaba en una pesquera con mi flota de camiones, que había comprado para dar un mejor servicio a los clientes controlando los retiros, y me encontré con los japoneses. Cuando vieron los vehículos cerraron trato conmigo inmediatamente. Vieron algo concreto y ese fue aval suficiente para ellos”, grafica.Nuevas apuestas: No sólo de harina…
Con los pies firmes como corredora, esta empresaria decidió dar un nuevo paso e incursionar como trader comprando harina y aceite para venderlos en el mercado local o exportarlos directamente. Este negocio, que inició para diversificar sus ingresos, le reporta unos US$ 3 millones anuales.
En paralelo, se sumó hace dos años al boom inmobiliario, construyendo dos condominios en la ciudad de Los Ángeles (VIII Región).
Ya vendió un primer proyecto y está por iniciar la colocación de un segundo.
“La idea es seguir en esta área, pero con iniciativas chicas, manejables, le tengo respeto porque es un sector que no manejo”, sostiene.
Aunque reconoce que la partida como empresaria le demandó una inversión importante de tiempo, ahora señala que tiene su vida repartida en partes iguales entre su familia y su trabajo. Clave para encontrar este equilibrio fue incorporar a sus hijos a la gestión de los negocios en que está embarcada. En lo inmobiliario la apoya el mayor, un arquitecto de 30 años, y en el rubro pesquero su hija de 28 años, que se tituló de ingeniero civil industrial.
“Ahora incluso me queda tiempo para practicar pilates y combinar algunos de mis viajes de trabajo con vacaciones”, señala.Gladys Romero navega con éxito en la industria pesquera
Las redes de una mujer.
(El Mercurio, 21 de agosto de 2005)
Por LAURA GARZÓN ORTIZ